Considerado como uno de los trastornos de conducta alimentaria menos conocidos, la megarexia a pesar de la gravedad y el índice de crecimiento continuo que tiene dentro de la sociedad, aún no es catalogada como una enfermedad.
Podría decirse que es el antónimo de la anorexia, pues básicamente se trata de una conducta completamente contraria en comparación con esta última. Hoy vamos a describir un poco este cuadro, sus síntomas y la manera en cómo tratarla.
¿Qué es la megarexia?
Muchos especialistas asocian este trastorno con la anorexia, porque la percepción es más o menos similar. El paciente con megarexia sufre de sobrepeso, aunque la imagen que tiene sobre su cuerpo y salud es completamente perfecta.
Aunque no entra en la categoría de enfermedad aún como bien dijimos, es una condición completamente psicológica donde la persona, sufre una alteración de su visión que le impide admitir sus problemas con la comida, así como el cuidado de su apariencia física.
Los pacientes que sufren de megarexia suelen llevar un estilo de vida poco saludable, por la misma razón de que asumen que su apariencia es muy buena, lo que los lleva a consumir una alta cantidad de calorías al día, además de reducir por completo la actividad física.
Una de las principales preocupaciones de los especialistas respecto a esta condición es que la incapacidad del paciente de ver su mal estado físico lo lleva a seguir aumentando de peso, trayendo consigo otros problemas como obesidad, aparte de enfermedades degenerativas como cardiovasculares.
¿Por qué aparece la megarexia?
Como en la mayoría de trastornos psicológicos, no existen precisamente las causas de la megarexia ni mucho menos una razón específica, tanto en la aparición como en el mantenimiento intervienen diferentes factores, tales como genéticos, sociales y ambientales.
Entre los más significativos, se encuentran:
Aprendizaje o imitación
Se ha determinado que muchos de quienes padecen de megarexia han crecido en un ambiente donde al menos uno de sus padres mantuvo relaciones poco saludables con la comida.
Es por ello que ven de manera natural el alimentarse de manera inadecuada, llegando incluso a alentar estas malas prácticas. Es por ello que como crecieron así, continúen imitando estas conductas en su vida adulta.
Conducta de negación
La negación es una conducta de defensa que asumen muchos pacientes y en el caso de la megarexia podría ayudar a entender un poco más el surgimiento. Los megaréxicos lo utilizan para evadir por completo la realidad.
Dicho con otras palabras, el cerebro de estos pacientes puede encontrar razones positivas o favorables que ayuden a justificar su estado físico, llegando incluso a que puedan dar argumentos claros de tener la razón.
Cero autocontrol
Poca o inexistente capacidad para controlar los impulsos, así como tolerar las frustraciones causadas en diferentes ámbitos de su vida, puede llevar a una persona a ceder en esos “antojos” de comida insana de manera frecuente, por lo que sumado a la autorregulación emocional y baja autoestima, convertirán estos episodios en más frecuentes y se generará la megarexia.
Principales síntomas de la megarexia
Entre los principales síntomas de la megarexia que se han encontrado en las personas afectadas, se encuentran:
Percepción alterada del cuerpo
Justamente como ocurre en otros trastornos alimenticios como la bulimia o la anorexia, quienes padecen de megarexia son totalmente incapaces de reconocer su cuerpo tal cual como es en la realidad.
Los afectados perciben un cuerpo sano, aun y cuando se encuentran en estados de sobrepeso u obesidad en muchos casos. De hecho, algunos especialistas coinciden en que este, podría convertirse en la raíz de otros padecimientos futuros.
Poco interés en la salud personal
Al tener una percepción alterada, tanto de su físico como su salud en general, la persona con megarexia en ningún momento siente la necesidad de cuidar de su apariencia ni mucho menos llevar un estilo de vida saludable.
Esto quiere decir que no existe interés en llevar una alimentación equilibrada ni mucho menos cuidar el aspecto físico de manera general.
Entre otras cosas, los malos hábitos se harán presentes, cometiendo diferentes abusos y excediendo el consumo de alimentos insanos que, sumado a la falta de actividad física, el resultado no será otro que problemas de salud.
Baja autoestima
Al igual que con cualquier otro trastorno psicológico, una persona con megarexia muestra de forma habitual tener una baja autoestima, que, sumado a sus malas prácticas, puede desencadenar otros efectos.
La baja autoestima puede deberse a factores tan diversos como:
- Poca confianza en sí mismo.
- Problemas para comunicarse.
- Falta de autoaceptación.
Evadir la realidad
Las personas con megarexia intentan siempre ocultar o evadir la realidad sobre su aspecto, por lo que llegan a convencerse a sí mismos de que no tienen porque aceptar una realidad desagradable o “dañina”.
Entre las estrategias empleadas, pueden por ejemplo rehusarse a ir de compras para evitar caer en la realidad de las tallas, no arreglarse mucho por no tener que estar frente a un espejo ni mucho menos tomarse fotos.
Aparte de los síntomas, también merece destacar los efectos que puede traer la megarexia, como, por ejemplo:
- Enfermedades crónicas.
- Problemas cardiovasculares.
- Cáncer.
- Desajuste hormonal.
- Depresión y cuadros de ansiedad.
- Desnutrición.
Tratamiento para la megarexia
Antes de cualquier tratamiento de la megarexia, es necesario optar por la educación, así como la corrección de los malos hábitos respecto a la comida y la actividad física. Esto permitirá tomar medidas incluso antes de que el trastorno llegue a desarrollarse, permitiendo eliminar los abusos y establecer límites para que las personas puedan seguir un estilo de vida saludable.
Cuando está plenamente desarrollado es necesario buscar ayuda profesional de inmediato. Los terapeutas de adicciones pueden convertirse en grandes aliados.
El tratamiento de adicciones consiste en la reeducación, aquí el paciente se enfrenta a una serie de cambio de hábitos que le permitirán adecuar su alimentación y mejorar su estado físico con ayuda de ejercicio de manera regular, además de una terapia psicológica frecuente, de modo que pueda descubrir las causas que lo llevaron a ese estado.
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